lunes, 8 de diciembre de 2014

No se necesita que sea de noche para que el susodicho infernal salga a hacer de las suyas en las sucias calles de su territorio, ya demarcado por saliva o labiales perdidos, marcas de ácidos fuertes y ya escupidos o colillas de cigarro reciclables. Hace algunas noches salió de su hogar con el pretexto de necesitar un respiro, la escuela lo agobia, los maestros lo torturan, sus papás lo restringen y el planeta se lo quiere tragar, le ha ido lo suficiente mal en matemática para gritar a su profesor; ha sido una lástima ese 'hijoputa' que se le escapó pues sólo estaba expresándose... el hecho es que se va suspendido unos tantos días, mientras sus padres no se enteren estará bien, serán unas pequeñas vacaciones a la mitad del semestre, bien merecidas por el esfuerzo puesto en sus actividades cotidianas.

No se necesita que sea de noche para que el susodicho infernal salga a hacer de las suyas en las sucias calles de su territorio, ya demarcado por saliva o labiales perdidos, marcas de ácidos fuertes y ya escupidos, o colillas de cigarro reciclables. Hace algunas noches salió de su hogar con el pretexto de necesitar un respiro, la escuela lo agobia, sus maestros lo torturan, sus padres lo restringen y el planeta se lo quiere tragar, le ha ido lo suficiente mal en matemática para gritar a su profesor; ha sido una lástima ese 'hijoputa' que se le escapó pues sólo estaba expresándose... El hecho es que se va suspendido unos tantos días, mientras sus padres no se enteren estará bien, serán unas pequeñas vacaciones a mitad del semestre, bien merecidas por el esfuerzo puesto en sus actividades cotidianas.

Nada va bien hasta el día de hoy y ese es un buen pretexto para mandarlo todo a la mierda, si lo admitimos, no es más que una carga que se viste de puta y se pone un poco de cara en su maquillaje, es inteligente, sí, con potencial desperdiciado, muerto, medio moribundo... Como ella. Sus amigas la critican porque no es tan mojigata como ellas, la mocosa en contraparte afirma que se siente libre mental, emocional, física y sexualmente, es sólo que no les interesa oír eso para que siga la crítica y tengan un tema para hablar. 


Hace dos horas peleó con su novio por la fiesta del viernes, pero ya le ama de nuevo.
Su novio es un cabrón, ha probado ya a la mitad de las posibles en la escuela, ya besó al resto y se siente orgulloso. Sus padres no hacen más que advertirle de una venérea y darle condones, la última vez que intentaron aplacarlo dijo que iba a suicidarse o a cortarse las venas con el cuchillo de la carne, cuando lo pensó mejor planeó amarrar a sus padres a la cama y cortárselas con uno de pan, para que lo vieran sufrir y se sintieran culpables, eso antes de que le dieran su iPhone y unos audífonos...
 

Su hermanito dice ser libre pero le sigue los pasos sin darse cuenta que es solo una versión pequeña y económica de él. Sus padres están desesperados, no saben cómo lidiar con él así que optan por gritarlo, castigarlo y reprenderlo, creyendo que esto no aumenta su rebeldía y que será un adulto ejemplar dueño de un imperio de la bolsa, mejor amigo del presidente de los estados unidos, propietario de la mitad fel                              del Nilo.

Mentiría al negar haber pasado horas, días meditando estas palabras, intentando hallar la manera de abordarlo, de ofrecerlo; mas no he podido, y no he podido porque no hay forma de hacerlo, bien podría hablarles sobre la fiesta de enfrente de mi casa, los gritos y acciones por aquellos muertos mudos que a nadie la interesan, venderles un compendio de narraciones ajenas a una realidad y producto de una visión simplista y demagoga del porvenir sin siquiera acercarme a la parte profunda del tema a desplegar.

Conozco una chica que dibuja muy bonito, dibuja cuerpos, rostros, figuritas que parecieran tener vida propia en esas detalladas pestañas que cubren unos ojos casi reales, le pregunto si ha dibujado más, me responde no, que por el momento es todo lo que tienes y que aparte es muy reciente, un día o dos de haberlo terminado y recuerdo que tampoco he escrito mucho, me prometo hacerlo uno de estos días, empezar un libro, echarme en vacaciones dos o tres cuentos, mentiras, mentiras, mentiras.

Las vacaciones están cerca y no habrá nada mejor que salir con la novia al cine, unos helados en la Plaza o un viajecito al Zócalo para perder el tiempo, es posible que repruebe matemáticas de nuevo pero no importaría, la maestra me ama y no me dejará reprobar el año, por lo menos me salvaré de los extras, creo, pero no importa si en las otras voy bien, de todas maneras puedo echarme tres sin problema y no repetir el año, lo que sea para echar un faje con mi amor, esa niñita bonita que siempre me ha encantado ¡Oh! Mañana toca escuela y debo llegar temprano para clase de pintura, me lleva el carajo, tres días para vacaciones y tener que ir todavía, lo único levemente rescatable será ver si esa chica de quinto a quien le di la carta le gustó y me busca, sería increíble, no lo creo, pero ya qué, solo se vive una vez.

En estos tiempos de bandas inglesas famosísimas que venden más perfumes que humo u otra cosa los jóvenes toman por líderes a quienes ven como lo que ellos quisieran ser, aquellos que son guapos, listos, perfectos. Ser diferente es la nueva trampa para ser aceptado pero ¿Qué pasa con los que no pertenecen al denominador? Se pierden, se van, mueren aplastados por lo que se espera de una persona bajo los nuevos estándares de “diferencia”, nosotros que usamos la suerte para subsistir y nos creemos artistas y ante nuestra egolatría se argumenta que lo importante es creerlo, no, no lo es pero que vengan a desmentirnos.

Qué más da que no aprendamos a hacer las tareas o poner la basura en el cesto, dejemos la llave del agua abierta o las luces prendidas, no seremos los primeros en destruir un poco más el mundo, no seremos la primera generación perdida, da igual, todo da igual siempre que estemos bien, con la cabeza al cielo, con la sonrisa en la boca pidiendo más.





domingo, 13 de julio de 2014

Elegía en prosa.



Existe un momento entre las doce de la noche y la una de la mañana en que las letras se crean, crecen y generan la necesidad de salir a través de las manos y las hojas, es entonces cuando los sueños sirven para algo más que para contarse, cuando los amores y los odios alcanzan un objetivo mayor al deparado por el olvido, es durante esos minutos cuando el artista, aún sin caer en el cansancio del día, posee la facultad de dar vida, crear personajes y sucesos; reflejos de su propia vida.

Como van avanzando los minutos, las horas, los segundos, esta desesperación por escribir desaparece bajo la desgracia del cansancio, así fallece una noche más, ahogada bajo una falta de tiempo que ni la más triste canción de amor puede postergar. Así la noche y la Luna se van en busca de un insolente que las utilice y las bote y las quiera y las necesite para morir con él al lado de nuestro cuerpo dormido y las historias que las almohadas guardan, por siempre.

Ahora que no estás sino allá lejos de mí y de mi vida, que durante días no he tenido más presencia tuya que las cartas en tu letra que guardo como regalo de los dioses, de los besos que la piel de mis mejillas recuerdan como bendición divina. En noches como esta no se vale tener miedo, no es necesario siquiera pensar lo que se escribe, de hacerlo se prostituiría la idea así como tu memoria, no, ni tú ni mi arte merecen tan cruel destino, no a tan tempranas horas de la mañana.

Escribir es el oficio más triste, creas mundos, personajes y sentimientos para después matarlos, dejarlos libres y empezar de nuevo olvidando todo aquello por lo que nos desvelamos y morimos, todo por lo que perdemos el tiempo; nos arriesgamos mostrándole al mundo nuestro corazón, nuestra vida y nuestra agonía, el alma nuestra queda expuesta en las letras de las oraciones que forman las páginas de nuestras vidas en los personajes y las anécdotas, convertimos al lector en el espectador principal de nuestra muerte; es poco imaginable para el individuo cero nuestra desesperación de querer sin saber, sin poder, porque aunque sea intentado vez tras vez, minuto, día, semana tras de sí si no se crea no hay nada para hacer; los escritores estamos solos, más solos que cualquier otro, por eso escribimos, porque queremos querer que nos quieran, porque no hay nada más que hacer más que dar sonrisas y lágrimas y letras que sean nuestra memoria, la de vidas condenadas por su existir a llevar la memoria del corazón del hombre, a costa del nuestro.
Habrá quienes nieguen triste al triste oficio de escribir, habrá quienes crean que su fin es denostar la felicidad, ellos no saben lo que es escribir. Hasta los que narran historias para niños hablan de muerte. Somos humanos, por más que cueste creerse, tenemos derecho a la decepción y el gozo.

Conozco gente que desea escribir, que han sufrido desamores y necesitan redimirse, lamentarse, desechar todas las culpas y penas que todavía han de cargar tras la partida de su amor, entre esas está aquella mujer bella que antaño quise, que luego fue muerta por su novio, que escribe desde el más allá y que a mis manos llegan sus letras, ellos son los buenos; conozco también gente que piensa escribir, aquellos que sin idea alguna lanza palabras complicadas con el fin de que confundamos calidad con dificultad, que por moda, presión u otra causa falta de razón mezclan sus ideas con lo que consideran la forma correcta de escribir; ellos no merecen bendición, son quienes destruyen y acaban con esta que es para nosotros una necesidad más que un deseo pero que cumplimos con un placer incomparable, el gozo de quien hace algo por amor. No hay otra manera de escribir.

Una vez que se está encarrilado, que llevas poco más de una página con letra del número once te sientes ya cómodo para continuar, o así es hasta que checas el reloj y pronto darán las tres de la mañana, recordando que en la tarde de ese mismo día debes ir a tomar tus clases de Inglés, que el carro no circula y el metro es un desastre; entonces debes tomar una decisión muy importante, si seguir escribiendo unos minutos más o detenerte, dormir un poco y continuar al día siguiente so peligro de perder el ritmo, la idea y la continuidad del texto, parar sin un final contundente, poder, incluso, robarte la oportunidad de crear algo maravilloso. Sabes que tarde o temprano te perderás entre la noche y la cama, no podrás acabarlo el día de hoy, tal vez la siguiente noche una vez que la hora de las ideas vuelva a ti, decides como acabar el presente párrafo, oprimes las teclas por última vez durante largo rato y piensas en tu chica, deseando soñar con ella, con la esperanza de que venga junto con las letras que a su amor y a sus vidas dan nombre.

De esa forma mueren las vidas y la esperanza, y las noches y sus vástagos que entregados al compulsivo deseo de habitar el edén de la inmortalidad sufren la pérdida de su alma en pos del regalo de placer a quienes no entienden ni entenderán nunca que a pesar de nuestra Humanidad no somos ellos, no, nosotros escribimos.

martes, 8 de julio de 2014

Epifanía al Trainspotting.


«Trainspotting es una palabra inglesa sin traducción al español que hace referencia a la observación ociosa de trenes. En el argot escocés, se usa para aludir a la vena en la que se inyecta heroína»



Dentro de un mundo cabía la sonrisa que nunca llegó y aun así se fue. Estuve encarnado en alguien o en algo que tampoco sabía que existía, me veía en el espejo, ¿algo, quién, qué, por qué? Decía el reflejo. Porque yo también sé recostarme en mi cadáver, salir de mí mismo, quitarme los pies y aun así estar de pie, dándole vueltas a un asunto.

Solo en la tierra –o piel– de un cuerpo –o cadáver– que no conozco. No sé nada, ¿y quién necesitaría estar en pleno juicio cuando hay una pena? Algún día voy a tener que hacer algo, hoy no hago nada. Me quejaré sobre el asunto rutinario y banal de la falta de billetes en mi billetera, de la falta de un amor que por milésima vez tampoco tuve. Me quejaré de la falta de oxígeno en mi recámara, posiblemente viva con más cigarros que con ganas de vivir, pero lo haré. Posiblemente mi cuarto sea la sala de espera de una aerolínea directa a la muerte. Quizá viva en Colombia, quizá ella nada, quizá ella todo menos mía. ¿Quién sabe qué va a ser de cada uno en el futuro? Quien lo sepa ya no será digno de vivir.

No es difícil percatarse de la inherencia en sus acciones, la manera en que todo acto voraz es humillado y convertido en el pan de cada día para ser utilizado por la sociedad de simios que me rodea.

Porque ser apática es lo mío pero no lo acepto. ¿Tal vez  lo único que pretendo es atención, no? Pero la única atención que quiero es la mía y no quiero dármela ni tenerla ni nada, porque qué asco. Necesito salir de este mundo por lo menos para dejar de respirar un ratico.

Me sorprende la incredulidad del sentimiento, esa pertenencia tan catastrófica a la sensibilidad del hombre, el deseo de compartir la vida que, irremediablemente, lleva a la muerte. ¡Cuando entenderá la gente el eterno vaivén del espíritu! ¡Cuando entenderemos la similitud del yo con la tierra en que crecen las flores sobre los muertos! El alma sopesa ciegamente lo que el corazón le pide ¿Cómo buscamos un alma fuerte con corazones tan enclenques? Olvidemos al resto, desconozcamos a la humanidad en pos de nuestro destino sagrado, que el destino del cosmos lo manejemos nosotros, que ni la vida, ni el tiempo, ni la muerte, ni nada se escape a nuestro más paupérrimo control.

Volteemos la mirada al cielo, veamos decadente al Ícaro caer sobre nuestro compañerismo, sobre nuestra hermandad y acabémosla, destruyamos los vestigios del mundo pasado, acabémonos con ellas y renazcamos, en grotescas formas, de las cenizas.


miércoles, 14 de mayo de 2014

La manía de querer ser escritor.


Hay tres tipos de niños: Los que sueñan con la fama, los que pretenden tocar la luna y los marginados, estos últimos pintan, rayan y se quejan, la mayoría de veces terminan cambiando el mundo (o al menos soñándolo). Narrar los años que la mayoría llaman perfectos es pérdida de tiempo, yo los pasé queriendo crecer cada día un poco más. No hay mucho qué decir cuando se es pequeño, narrarle al diario qué  se hace o qué se come termina hastiando.

En general te crece el pene o las tetas y con ellos la curiosidad. Así te folla la literatura y te subyugas a volver a hacerla  y recrearla, experimentarla y joderla, descubres mil maneras de llevarla a cabo y partir de eso la desarrollas y criticas, conforme a eso va creciendo. Te leen, se sienten con el poder de opinar; los retas a hacer algo mejor y cuando se codean con tu superioridad y ella los manda al carajo, no fue tan difícil joderlos, ¿no? Basta con conocer un novato para que el orgullo crezca, conoces al segundo y hasta la última partícula se engrandece con locura.

Sale lo filósofo y te crees Lacroix. Un poco de erotismo y eres Sadé. Basta con leer el manifiesto y eres un comunista de izquierda, y así sucesivamente, no sabes quién eres porque la personalidad que te ofrecen va mejor contigo que la anterior… terminas con un mercado negro de estupideces que a nadie más que a ti le interesan.


Todo lo que haces tiene un poco de ti, hasta que intentas que no lo tenga y fracasas, entras a alguna variación de crisis existencial que se hace visible en “tiempos de descanso”, le escribes a tu primer amor, a tu mejor amigo, odias al mundo y vas matando a unos cuantos, odias a uno en específico y por inercia terminas convirtiéndote en él. Te das cuenta que eres una escoria y encuentras más escorias, dejas de ser escritor cuando lo analizas, ahora sólo escribes, sólo vives como los demás miserables. Ya no hay superioridad que valga, ibas muy rápido para darte cuenta que pisaste mierda.

Arcanttor.



I
"Llueve. El hombre del traje gris se aproxima al bote de basura. Husmea en él buscando algo qué comer. Me mira con recelo y se aleja refunfuñando. Ha sido un mal día para los dos.". 


Rodamundos. (Otro día en el paraíso)
-Karlos Acosta.

II
La mujer de tez canela está sentada en la silla de madera fuera del balcón de su hogar. Bosanova vibra sus tímpanos. Viste una falda veraniega de color azul celeste. Los que pasan por su balcón notan a leguas que no está usando ropa interior. A ella le importa una mierda. Por suerte, el viento otoñal le hace un favor.


III
El día se retira y la noche carcome nuestras pupilas. Se levanta como brisa matinal desnudando las perversiones de la gran urbe. En la parada del metro un muchacho de lentes se come a besos las lágrimas de su novia.

IV
La fauna de sus sueños cae como peso de gigante sobre su uña torcida y chamuscada. Escucha los pasos subiendo las escaleras. Él sumido en miedo, busca la sonrisa de alguien más escondiendo su rostro bajo su sábana. “Ojalá y todo fuera tan fácil…”

V
Abre el frigorífero y saca una cerveza. Se sienta en su sofá marchito con los resortes salidos por los brincos de tantas putas que han pasado por ahí. Sube sus pies a la mesa que se sitúa enfrente de él. Prende el televisor. “La mujer que usted ama ha desaparecido”. La cerveza cae y ahoga sus ilusiones.


VI
Calla y se recuesta en el piso de su cuarto. Observa el techo blanco como su piel. Desespera pero sigue inmóvil. “A la mierda todo” se dice. Y lo único que queda es un portazo de hace una semana y unos golpes de hace 10 segundos llamando a la puerta.






domingo, 27 de abril de 2014

Nocturninus.


Todo se acaba y queda sumido en un fango espeso y brumoso de polvo.

[...]

Quizás eso sea sólo exclusivo de las letras. De los libros. De las catedrales sublimes que ciernen nuestros libreros. De esas joyas que arquean nuestro mueble de roble por el peso del conocimiento, de los mundos interminables y de las tristezas y felicidades. De los sentimientos que pesan como rocas en los ojos mientras leemos precavidamente a las 5:47 am en la comodidad lastimosa de nuestras camas bajo la colcha con una linterna vieja.


Esa delicia masoquista es la que nos hace despertarnos sin haber dormido un minuto para tomar el tintero y volver a pintar sobre el lienzo diario de nuestras vidas. Me hace sentir muy bien que este barrio no haya cambiado. Que este barrio literario sigue intacto. Putas en las esquinas, basura tirada, cumbias en la azotea, gemidos de las alcobas, carteras desiertas ¿y las cervezas Corona de cada domingo? Es lo único que habré de extrañar... Y cada personaje letrado que acompaña mi vida en el sendero tan duro que nos hace flaquear, pero volvemos a la batalla.

Y en este blog se presenta cada personaje del que hablo: Demetrio, Víctor, Misael, Valeria, Sergio, Frank y yo... ¡Pobres almas desahuciadas buscando consuelo!

[...]

En fin, entren y descubran lo grande que puede ser encontrarnos bajo los velos de los párpados de los insomnios a los que nos sometemos.


-Gianluca Daglio.




martes, 22 de abril de 2014

Nosotros.

Nos encontramos en este limbo circunstancial entre la oniria y el insomnio, divagamos cual puñales en busca de su objetivo errante. Somos marcos de una historia caótica o en defensa de la misma; un recuerdo que permanece. El sueño adimencional contradictorio que nos separa de la realidad

Permanecemos impávidos ante los agravios lingüísticos del hombre contra el hombre. Menospreciamos la subjetividad porque nos recuerda la necedad virginal del reconocimiento; nuestra Humanidad nos ahoga y acongoja la saciedad corporal que en armas tomar buscamos en la muerte a pesar de que sin saberlo, esto es el suicidio de la especie. Me niego a aceptar el fin del hombre.

Vivimos envilecidos, anonadados por la amarga presencia de la muerte sobre nuestras sombras de tristeza, de soledad, de eufórica felicidad. Y es porque morimos, lo hacemos cuando plantamos para dar vida, hacemos el amor, oímos a Beethoven mientras las gotas de lluvia destrozan los cristales de nuestra ventana. Cada que una bomba explota y una letra hiere o ama la raza se inclina al lado del caos. 

Nos encontramos en ésta sinfonía, dónde cada compota de amargura es la nota que lo compone.
Dónde cada silencio fúnebre se desvanece en un aliento desgastado, cansado, exprimido. Siendo una barca sin mar en el cuál navegar, atrayendo al viento sin poseer su nombre.
Cantamos por lo que nace y muere, cuándo las gotas de lo lúgubre explotan.
Entendemos sin entender, buscando morir sin morir.

A veces, con tantas personas, sobran las palabras y faltan las ideas. Sonidos huecos que no crean un eco en el espacio y en el tiempo perdurando como idea, que logra tocar a uno, y conectar a otros.

Nosotros...

 Preferimos tocar lo que no debe ser tocado, e investigar donde la subjetividad tiene prohibido entrar. Aunque no nos guste, se refleja nuestro colectivo y nuestras ideas en un idioma, un escrito, un grupo. Confiando en que las letras puedan ser usadas con objetivos libres de mal, nosotros exponemos nuestras ideas, y la visión que tiene cada uno sobre el mundo que (con mala suerte, o quizás buena) nos ha tocado vivir.

Nosotros...  

Entre las sinapsis que nos conduce al sendero de lo impenetrable nos escondemos. Nos escondemos del recuerdo que nos acecha. 
Del recuerdo que nos aflige en cada herida no cicatrizada. 
Recuerdos que vuelan como mariposas negras en nuestra alcoba. Recuerdos que salen de nuestros labios en forma de humo... o de palabras. Recuerdos que se exprimen del brazo. 
Pero, nos escondemos de él. Del recuerdo sucio que nos turbia la vista. 
Y a pesar de todo... nos preguntamos diariamente: ¿Qué es el recuerdo? ¿Algo que tenemos o algo que perdimos?

Suponemos ser alguien o algo, un conjunto de vidas sin rumbo definido o la salvación para el mundo en que vivimos. Comunicadores de sueños putrefactos o protestantes a favor de la humanidad. Un conjunto de palabras sin rumbo o los cuerpos en que encarnó el arte. Qué sé yo. Vinimos buscando un sentido y espero terminemos un poco más perdidos.